Uno de mis primeros paseos en bicicleta fue a la Casa Hogar "San Vicente de Paúl" ubicada en el municipio Naguanagua.
Fuimos junto al grupo de Ciclistas Urbanos de Carabobo, fue un recorrido saludable y gratificante porque le llevamos un donativo a los abuelitos que viven allí. Además, los pusimos a bailar y a disfrutar un rato agradable entre música en vivo (gracias al talento que hay dentro del grupo de ciclistas) improvisación y muchas risas.
Experiencias como estas te hacen pensar en tu propia vida. Por ejemplo, hubo cosas que me entristecieron, como el hecho de que algunos abuelos y abuelas se veían completamente solos, descuidados, desamparos y a la deriva. Ese tipo de soledad que va acabando con una persona, que apaga cualquier luz y brillo del ser y lo deja en penumbra, frío y sin esperanzas. Eso me entristeció como nadie tiene idea, simplemente me hizo pensar en mi propio destino y rogué no tener que pasar por un final así.
Otros, sin embargo, parecían disfrutar mucho su estadía en el ancianato. Al final, ya cuando nos íbamos, recuerdo la alegría y el entusiasmo de algunas abuelitas, tal vez fuimos un rayito de felicidad dentro de mucha oscuridad, nos decían que regresáramos pronto, pues la habían pasado de maravilla. Yo también la había pasado genial, me reí muchísimo y creo que a partir de ese momento me di cuenta que el ciclismo, como buen deporte, une a la gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario